Experiencias innovadoras en educación: BarilocheFinalizado

8 noviembre 2016
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Con este artículo inauguramos una serie de tres publicaciones que narran las experiencias innovadoras de las escuelas que obtuvieron este año el Premio Comunidad a la Educación, de la Fundación La Nación. En todos los casos, se trata de prácticas educativas creativas en contexto de vulnerabilidad.

En esta primera entrega, el caso de la escuela rionegrina Nehuén Peumán, que consistió en poner en práctica los conocimientos de los alumnos mejorando las casas de los vecinos del barrio en Bariloche: revocaron las paredes, taparon las filtraciones de aire, construyeron una estufa ecológica de alto rendimiento denominada «rocket» y se esforzaron por optimizar la eficiencia térmica del lugar…

 

«El invierno es muy crudo en esta zona del alto de Bariloche donde las construcciones de las casas son precarias y de muy mala calidad», revela Mariano Campi, profesor de la escuela rionegrina Nehuén Peumán, mientras se pone un casco amarillo y reparte palas, carretillas y guantes a sus alumnos vestidos con mamelucos azules. «Para las familias que viven en este barrio cercano a la escuela, los meses de frío son durísimos. Muchas veces, con tal de sentir calor, la gente termina quemando plástico, basura y hasta muebles», dice para explicar cómo nació el proyecto de esta institución educativa donde los egresados se reciben con el título de maestro mayor de obra.

Campi propuso a sus estudiantes de 4°, 5° y 6° año involucrarse en una movida que los cautivó: mejorar las casas de sus vecinos, comenzando por el hogar de Romina, una madre soltera en situación de vulnerabilidad social. Para lograrlo, los jóvenes trabajaron en la vivienda varias semanas poniendo en práctica los conocimientos aprendidos en el aula y utilizaron técnicas constructivas naturales en sintonía con el cuidado del medio ambiente. Revocaron las paredes, taparon las filtraciones de aire, construyeron una estufa ecológica de alto rendimiento denominada «rocket» y se esforzaron por optimizar la eficiencia térmica del lugar.

Romina describe lo que significó para ella esta experiencia: «Los chicos me ayudaron a tapar los chifletes y ahora mi casa está más calentita. Fue lindo porque trabajamos en equipo, yo era una más del grupo. Aprenden ellos y aprendemos nosotros. Antes yo no sabía cómo revocar una pared y pensaba que era difícil, pero ellos me enseñaron cómo hacerlo».

El hecho de ayudar a otras personas fuera del ámbito escolar incentiva a los chicos porque significa «salir a la cancha», dice Campi, y agrega que pronto comenzarán a trabajar en cuatro nuevas viviendas. «Para todos es muy emocionante porque -tanto alumnos como docentes- vemos cómo una familia que antes la estaba pasando realmente mal, ahora puede mejorar su calidad de vida.»

Entre los alumnos participantes se encuentra Elizabeth Carrasco, que confiesa: «Yo viví en una casa de madera precaria y sé lo que es pasar frío. Entonces me pongo en el lugar de estas familias y me siento bien, porque en su momento me hubiera gustado que alguien me enseñara cómo mejorar térmicamente mi casa o construir una estufa «rocket». A veces no tenés la plata para comprar materiales, entonces está bueno conocer estas técnicas que aprovechan los elementos de la naturaleza».

Además, su compañera Florencia Ojeda agrega: «No es lo mismo estudiar la teoría que ver en la práctica cómo manipular los materiales de construcción. Salir del aula es siempre más divertido y este proyecto nos va a quedar como un gran recuerdo cuando terminemos el colegio».

*De «Creatividad: docentes que desafían el formato tradicional», por Teresa Zolezzien para La Nación del jueves 27 de octubre de 2016.

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