Pioneras de Profesión: Cecilia Grierson, Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo
Las médicas argentinas que hicieron historia en la lucha por los derechos femeninos.
29 octubre 2019Compartir por email
En esta entrega de nuestra sección Pioneras de profesión… presentamos a tres mujeres señeras en sus respectivas actividades: Cecilia Grierson, Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo, las tres médicas y militantes feministas de la primera hora en la Argentina.
Un párrafo especial en este hilo sobre pioneras médicas argentinas merece Cecilia Grierson (Buenos Aires, Argentina, 1859 – 1934). La Dra. Grierson dedicó su juventud a la profesión docente, actividad en la que fue muy prolífica, llegando a fundar varias instituciones educativas.
Comenzó a enseñar como institutriz de una familia acomodada y con su madre fundó, con apenas 14 años, una escuela en su estancia familiar donde ejerció la docencia sin título habilitante todavía. Se recibió de Maestra de grado en la Escuela Normal de Señoritas de Buenos Aires en 1878 y se desempeñó en la Escuela Mixta de San Cristóbal.
La enfermedad y posterior fallecimiento de una amiga la motivó a estudiar medicina. Fue la primera médica argentina. Su tesis de graduación se tituló “Histero-ovarotomías ejecutadas en el Hospital de Mujeres, desde 1883 a 1889”.
Para ingresar a la universidad,debió aferrarse a que el reglamento interno de la institución no vedaba expresamente el ingreso de mujeres. Contaba a su favor con el antecedente de Élida Passo, que logró estudiar Farmacia y graduarse y cursar también hasta el quinto año de medicina ( aunque no pudo graduarse porque falleció de tuberculosis antes de hacerlo). Obtuvo su título de médica en julio de 1889, el primero logrado por una mujer en la Argentina.
Se desempeñó como obstetra y kinesióloga, pero no logró practicar cirugías, a pesar de tener el título habilitante. Esto constituye otra muestra más de un sistema que impedía sistemáticamente el avance de la mujer en su carrera profesional.
Durante la epidemia de cólera que azotó a la Ciudad de Buenos Aires en 1886, prestó servicios en la Casa de Aislamiento, uno de los centros de atención de enfermos montados para responder sanitariamente a la situación. Allí constató la falta de enfermeros profesionales.
Grierson creó la primera Escuela de Enfermeras de América Latina (en el ámbito del “Círculo Médico” fundando por José María Ramos Mejía y Juan B. Justo, (esposo de Alicia Moreau) con un plan de estudios formal y donde se estableció el uso de uniforme para las enfermeras y posteriormente fue adoptado por la mayoría los países latinoamericanos. Se desempeñó como directora hasta 1913.
Fundó también la Escuela de Economía doméstica y la Sociedad de Economía Doméstica en 1902, establecimiento precursor de la Escuela Técnica del Hogar, primera en el país en esa especialidad, promovió el estudio de la puericultura y fue pionera en la enseñanza de ciegos, sordomudos y discapacitados.
A pesar de su enorme experiencia, no se la admitió en el Profesorado de la Facultad de Medicina, por lo que se le vedó también la titularidad de una cátedra universitaria. Ella lo atribuyó expresamente a miramientos sexistas.
Cecilia Grierson en 1910
Cecilia Grierson se destacó también en otros campos. Es de destacar su estudio sobre el Código Civil Argentino, que influyó en una importante reforma del Código Civil en 1926 en lo tocante a los derechos de las mujeres casadas. En ese informe analizó el estatus jurídico de las mujeres casadas y concluyó que éste era el mismo que el de los niños. La reforma que logró, reconoció el derecho de las mujeres casadas a integrar sociedades y disponer de sus ganancias, entre otros.
Julieta Lanteri (Briga Marittima, Italia, 1873 – Buenos Aires, Argentina, 1932) fue la quinta mujer graduada como médica en la Argentina, carrera para la cual tuvo que solicitar una dispensa especial de la Universidad dado que ésta estaba vedada a las mujeres. Fue fundadora, con Cecilia Grierson, de la Asociación Universitaria Argentina.
Julieta Lanteri al emitir su voto en 1911
Fue la primera mujer en votar en la Argentina, en el año 1911. Lo hizo en elecciones municipales y porque una mediante presentación judicial logró una interpretación amplia y justa de los derechos electorales vigentes: «ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos». Su interpretación y su derecho fueron avalados judicialmente.
Poco después, como reacción, el Concejo Deliberante porteño sancionó una ordenanza donde especificaba que el empadronamiento se basaba en el registro del servicio militar, y por consiguiente excluía a las mujeres. Julieta Lanteri se presentó ante registros militares de la Capital Federal para solicitar ser enrolada y hasta acudió al Ministro de Guerra y Marina, pero su petición fue rechazada.
Alicia Moreau de Justo (Londres, Reino Unido, 1885 – Buenos Aires, Argentina, 1986) se destacó por importantes aportes en la defensa y el logro de derechos para la mujer.
Habiendo conocido las ideas anarquistas desde temprana edad, abrazó el socialismo, adhiriendo al Partido Socialista Argentino, de la que fue una figura destacada.
En 1914, obtuvo su diploma de médica con honores, con una tesis titulada «La función endócrina del ovario», convirtiéndose en una de las primeras médicas latinoamericanas especializada en ginecología.
En su prédica en favor de los derechos de la mujer, puntualmente, debe mencionarse su iniciativa de crear el Centro Socialista Feminista y la Unión Gremial Feminista. En ambos casos, ganó para la mujer una avanzada en territorios tradicionalmente reservados a los hombres: la política y el sindicalismo.
Alicia Moreau de Justo en 1910
Un párrafo especial merece su prédica y su práctica en favor del sufragio femenino. En este punto, elaboró un proyecto de ley sobre voto femenino, que presentó en 1932 el diputado nacional Mario Bravo. El mismo obtuvo la media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación, pero perdió estado parlamentario por el desinterés del Senado en aprobarlo. También fue autora de «La mujer en la democracia», en el que analizó las vicisitudes recorridas por la mujer argentina para lograr el reconocimiento de su derecho al sufragio. La obra fue publicada un año antes de la adopción por decreto presidencial de Perón del voto femenino (1947). Crítica acérrima del peronismo, al que tuvo como “antidemocrático”, celebró la adopción de la medida “aunque venga del peronismo”, pero la calificó como una “maniobra política” más que como una conquista social.
Su prédica pionera por la expansión de los derechos de la mujer, incluyó estudios sobre su rol en el ejercicio de la patria potestad, postulando una responsabilidad compartida de padre y madre (¡¡¡medida que recién se adoptó en 1968, con la modificación del Código Civil de ese año!!!).
Alicia Moreau de Justo tuvo también vocación periodística; escribió numerosos artículos, en general relacionados con el feminismo y llegó a alcanzar puestos relevantes: fue secretaria de redacción de la Revista Socialista Internacional “Humanidad Nueva” y dirigió el periódico La Vanguardia hasta el año 1960.
En lo referido a la enseñanza, publicó el libro “Evolución y educación” y se desempeñó como profesora universitaria (impartió Fisiología en la Universidad Nacional de La Plata). Fundó, con Berta W. de Gerchunoff, el Ateneo Popular con el fin de promover la extensión de la educación secundaria y universitaria, convirtiéndose en uno de los centros de educación popular más activos de la ciudad.
En 1975, a los 90 años, fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH)
Planteamos esta sección referida a las mujeres pioneras en sus profesiones para celebrar la biografía de aquellas que sentaron las bases tempranas de la lucha feminista y obtuvieron sus primeros logros, rompiendo tradiciones ancestrales de sumisión y discriminación. Son pioneras porque pisaron por primera vez un territorio de varones (en este caso, profesiones como la medicina) que tenían prohibido, de hecho o derecho; explícita o implícitamente. Las reivindicaciones actuales en materia de igualdad de género han puesto en evidencia lo vigente que aún se encuentra esa injusta disparidad y sobre todo cuánto esfuerzo cotidiano requiere su superación en todos los campos. ¿Llegamos a imaginarnos cuántas veces más costoso ha resultado para estas pioneras de nuestro artículo? Seguramente no, pero intentarlo, conversar con los alumnos sobre estas vidas y sus logros en sus contextos históricos, puede resultar en un ejercicio interesante y enriquecedor.
Algo más para mensurar mejor la epopeya de estas mujeres: el movimiento feminista actual hace de la solidaridad entre las mujeres una clave táctica, promoviendo la unidad de todas en la acción en razón de su sexo, soslayando discrepancias para concentrar energía y fortalecer la acción. Es porque hay conciencia de lo enorme del desafío, del tamaño de la piedra que quitar del camino. Pues bien, estas mujeres lo hicieron prácticamente solas. La sociedad y aún las mismas mujeres no tenían aún la maduración en estos temas que hoy tiene nuestra sociedad gracias a estas luchas pioneras
Para finalizar, y como prueba de lo que decíamos sobre la vigencia actual de los estereotipos discriminatorios, les recordamos esta entrada anterior de nuestra sección Educación y Género, “Adivina, adivinadora”, que propone un acertijo que expone crudamente los sesgos de lenguaje y preconceptos, precisamente, en relación con la medicina.