Las luchas políticas del feminismo y el arte actual
23 junio 2019Compartir por email
El mundo del arte ha sido otro ámbito importantísimo donde las mujeres fueron discriminadas o más aún, ignoradas. En estos artículos referidos a la mujer y el arte, también nos proponemos visibilizar tanto ese sometimiento como la valiosa producción de las mujeres artistas, siempre en inferioridad de condiciones para lograr el reconocimiento de su arte, en cualquiera de sus manifestaciones.
En esta primera entrega sobre este tema, propondremos un somero recorrido por mujeres icónicas (e icónicamente discriminadas) de la historia del arte universal, puntualmente en la pintura. Lo vamos a hacer valiéndonos, a su vez, de la obra de dos artistas argentinas contemporáneas: Carla Zacagnini y Gachi Rosati, que coincidentemente enfocaron y amplificaron esta cuestión en sus presentaciones en la edición 2019 de ArteBA.
Ambas eligieron como elemento disparador de los proyectos artísticos exhibidos el acto paradigmático que constituyó el ataque a cuchilladas perpetrado en 1914 por la sufragista británica Mary Richardson contra “La Venus del Espejo” de Diego Velázquez, expuesta en la National Gallery de Londres.
Carla Zaccagnini realizó un profundo estudio sobre esta cuestión de la discriminación de las mujeres, del que se desprendieron varias instalaciones, como “Elementos de Belleza”, que consistió en una serie de marcos vacíos, como reflejo de los 29 cuadros atacados por las sufragistas en aquella oportunidad.
Instalación “Elementos de Belleza”, de Carla Zaccagnini.
De ese acto de protesta tan radical debemos destacar un dato no menor: Mary Richardson había estudiado Bellas Artes, lo que convierte su ataque a la obra de Velázquez en un hecho con mucho más valor simbólico que un simple golpe de fuerza y destrucción. Fue la declaración en acto de que el arte, aún con su enorme valía, no podía ser superior a la justicia, ni oscurecer las injusticias que se perpetran contra las mujeres. Con esto, volvemos sobre nuestra reflexión, que ya expresáramos en artículos anteriores , sobre la “violencia” o radicalidad que muestran los gestos reivindicativos de los derechos de las mujeres, que son proporcionales al sufrimiento causado por años y años de sometimiento y violenta represión del derecho a disponer de sus propias vidas.
Sobre la base de este argumento de Mary Richardson en su defensa judicial, Carla Zaccagnini obtiene las palabras para su instalación «Alfabeto Fonético Aplicado VII: Me Importa más la Justicia que el Arte» de Carla Zaccagnini exhibida en ArteBA.
Dijo Mary Richdson ante el Tribunal: “He sido estudiante de arte y supongo que me interesa tanto el arte como a cualquier persona que estaba en la galería cuando hice mi protesta. Pero me importa más la justicia que el arte, y creo fimemente que cuando una nación cierra sus ojos ante la justicia y prefiere que las mujeres que luchan por la justicia sean maltratadas, maltratadas y torturadas, tales acciones como lo mío deben ser comprensibles. No digo excusable, pero debería ser comprendido”.
Foto nuestra de la obra Alfabeto Fonético Aplicado VII: Me Importa más la Justicia que el Arte, de Carla Zaccagnini, en la Ciudad de Buenos Aires.
La obra se lee tomando la primera letra de cada oración.
Agradecemos a la galería Vermelho por la imagen.
Sorprendentemente, la temática feminista se ve motivada por el mismo hecho en dos artistas exhibidas en dos espacios distintos en ArteBa 2019 y que si bien ambas son argentinas, una desarrolla su carrera en Suecia y la otra, en Argentina. Hace ya tiempo que el mundo del arte se siente muy presente en el tema de los derechos de género y en las propuestas de iguales derechos para las mujeres: no es una casualidad que esto haya ocurrido.
El que sigue es el texto con el que la artista argentina Gachi Rosati acompaña su proyecto artístico “Pinte Ud!” con el que desde el año 2013 propone un recorrido por la historia del arte occidental para repensar el rol de las mujeres en esa área.
Nosotros nos valemos de él ahora, como hilo conductor de esta primera aproximación nuestra a las grandes mujeres del arte, sus obras y sus luchas:
“En 1914 Mary Richardson, (1862-1961) una sufragista militante británica de origen canadiense, entró en la National Gallery de Londres y atacó con una cuchilla de carne a la pintura “La Venus del espejo” de Diego Velázquez realizada en 1660. Dejando siete tajos en el lienzo, sobre la zona de la espalda y los hombros de la mujer.
Trabajo de Gachi Rosati sobre la copia de la ilustración de un periódico de la época sobre el ataque a “La Venus del Espejo”, perpetrado en 1941 por Mary Richardson.
“La imagen más antigua de esta selección de tintas chinas, es de 1400 y describe a una mujer que se refleja en un espejo y que está pintando un autorretrato en un taller. Me pregunto quién es esta pintora? No me parece casual que la obra sea anónima. Además la mujer se encuentra embarazada, y me pregunto si es una obra tautológica donde la autora es mujer y se representó 8 veces en una misma pintura.
El autorretrato de Sofonisba Anguissola (Cremona, 1535 – Palermo, 1625) de 1556 es considerado el primer autorretrato de una mujer pintora. Esta artista renacentista italiana fue admirada incluso por el propio Miguel Ángel y algunos afirman que hasta pintaron juntos. Sin embargo la ausencia de la firma de la autora en sus obras ha dificultado la identificación de sus cuadros. Tras su muerte, la mayoría de sus pinturas fueron atribuidas a otros pintores de la época. Algunos la consideran la “pintora olvidada”.
Antiguamente las mujeres no podían frecuentar un taller, fórmula habitual para convertirse en pintor. Era imposible para las jóvenes pintoras poder compartir cotidianidad con otros muchachos, por esta razón encontraban grandes trabas en su formación. Se pensaba que al salir de su ciclo de estudiantes, “serían demasiado viejas para casarse”. Por si fuera poco, el acceso a las clases de desnudo, es decir la manera de aprender a dibujar la figura humana y el pasaporte para la “alta pintura” de escenas de batallas o religiosas, estuvo vetado a las artistas durante siglos. Dedicaban los esfuerzos a los bodegones, incluso a finales del siglo XIX, era un modo de llevar adelante la carrera para muchas mujeres.
Clara Peeters (Amberes, 1590 – después de 1621) de origen flamenco fue una maestra del bodegón. Su obra creó escuela en el 1600 pero hasta una muestra de su obra en el Museo del Prado en el 2018, se ignoraba casi todo de ella. Además, sus cuadros encerraban un gran secreto: ella misma aparecía retratada en ellos. Se pinta reflejada en los metales brillantes de sus naturalezas muertas, incluye autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Algunos la consideran la pintora que inventó el “selfie”.
Obra de la serie “Pinte Ud!”, de la artista Gachi Rosatti, referida a Clara Peeters
Detalle de la obra de Clara Peeters
En 1629 Judith Leyster (Haarlem, 1609 – Heemstede 1660) una pintora holandesa, firmaba su primera obra y cuatro años después, ingresaba en el gremio de pintores de San Lucas de Haarlem. La reputación de Judith le llevó a tener su propio taller, algo excepcional en una mujer, en el que no sólo pintó sus obras sino que también se dedicó a la enseñanza de la pintura. Pero en 1636 se casó, y su carrera artística se detuvo en seco. A pesar de que su marido también era pintor y era considerado de menor talento que ella, él tuvo una extensa producción artística mientras que ella tuvo que dedicarse al cuidado de sus cinco hijos. Del pincel a la reclusión del hogar no resulta tan buen plan.
Artemisia Gentileschi (Roma, 1593 – Nápoles, 1654) aprendió a pintar en el taller del padre, y fue influenciada por Caravaggio. Dicen que ambos artistas llegaron incluso a conocerse en persona y compartieron su dramatismo y sus fuertes contrastes cromáticos. Para entonces Artemisia ya había comenzado a plasmar en sus lienzos a mujeres fuertes y sufridas, heroínas, víctimas, suicidas, guerreras, a personajes femeninos procedentes tanto de la Biblia como de la mitología. Y adoptando una perspectiva nueva: la de una mujer protagonista. Esta pintora barroca no evita la violencia para la narración de sus temas. Fue violada por quien fue su “maestro” y muchos la consideran la pintora que se vengó haciendo arte feminista en el siglo XVII. Para realizar su autorretrato Artemisia elige representarse desde un punto de vista medianamente cenital.
La vida de Rosalba Carriera (Venecia, 1675 – 1757), estuvo plenamente consagrada a su arte. Siempre fue soltera y por eso le adjudican tal vez injustamente, una mirada triste en sus autorretratos. Nacida en Venecia, fue una prominente y muy admirada artista del rococó italiano. Sus últimos años fueron trágicos, pues enfermó de la vista, probablemente dañada por su pintura de retratos de aristócratas en miniatura. Trabajo que dedicó en toda su juventud y que incluso la sacrificó hasta el punto de quedar irreversiblemente ciega.
En 1783 fueron aceptadas por primera vez mujeres como miembros de la Real Academia Francesa de Pintura, pero con cierta consternación por parte de algunos miembros masculinos. Se dice que la admisión de dos mujeres en un mismo día causó comparaciones entre ellas en vez de comparaciones entre miembros femeninos y masculinos. Una de ellas, Marie Louise Élisabeth Vigée-Le Brun nació en el seno de una familia humilde y a la edad de 23 años fue invitada a Versalles para pintar a la reina María Antonieta.
Marie Ellenrieder (Constanza, 1791 – 1863) pintora alemana, se dedica a pintar imágenes religiosas en Roma. En su autorretrato de 1819 se representa de perfil y con su mano agarrando el pincel. Sus pinturas tienen una técnica al óleo y una superficie tan perfecta que hasta consideraron que su mano la movía dios.
A los 15 años, María Bashkirtseff (Imperio Ruso, 1858 – París, 1884) comienza a escribir su diario íntimo. Su Diario, al que Simone de Beauvoir consideró “un modelo en su género”, fue publicado en 1887. Describe todas sus emociones, pero también sus impulsos, sus gestos, hasta sus deseos. En el crepúsculo de un siglo solemne, en el que las chicas habían aprendido a no hablar más que de su corazón, María habla de su cuerpo. Por enfermedad tuvo que abandonar su práctica musical, y profundizó en el estudio de la pintura. Esta artista multifacética murió de tuberculosis a los veinticinco años, cuando sus pinturas ya la estaban haciendo famosa.
Gabriele Münter (Berlín, 1877 – Murnau am Staffelsee, 1962) estudió con Kandisnky y mantuvieron una relación como amantes durante más de quince años, hasta 1917. Gabriel se convirtió en miembro fundadora de la Nueva unión de artistas de Múnich, y que incluía el núcleo de los artistas del grupo de expresionistas El Jinete Azul. Munter comenzó a desarrollar artísticamente un estilo abstracto propio, aunque nunca dejó la figuración, con brillantes colores sin mezclar, formas fuertes, todo delineado por oscuras líneas de separación. Durante la persecución nazi a los artistas de vanguardia, Gabriele escondió en su casa de Murnau más de 80 pinturas y unos 300 dibujos de Kandinsky y otros miembros de Der Blaue Reiter, además de obras propias. A pesar de que su casa fue registrada en varias ocasiones, nunca consiguieron localizarlas y pudo salvar el legado incalculable de algunos de sus colegas de la destrucción nazi.
Selección Pinte Ud! de autorretratos de mujeres pintoras desde el siglo 13 al 20, de la artista argentina Gachi Rosati
http://gachirosati.com/category/pinte-ud/
Agradecemos a Gachi Rosati por permitirnos usar este material.
A continuación, un video explicativo del sufragismo, sus luchas e historia, que recomendamos como recurso:
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