Escuelas técnicas: solo el 32,5% de los alumnos del país son mujeres

Aunque son minoría, tienen un bajo índice de abandono y de repitencia; además, se destacan por una mayor proporción de egreso; el Estado creó una comisión para igualar oportunidades

9 diciembre 2019
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«Somos seis chicas y 17 chicos. Nunca sentí desigualdad ni que les dieran más beneficios a los varones que a mí», dice Abril, de 16 años, que cursa 5º año con orientación en química en una escuela del norte del conurbano. Más allá de su percepción, ella forma parte del minoritario 32,5% de la matrícula de la escuela secundaria técnica del país. Una cifra que se mantuvo estable desde 2013 hasta 2016 y es el último dato que difundió el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET).

Para aumentar la matrícula femenina, el organismo desarrolló una comisión de equidad de géneros a nivel federal. «Con el objetivo de mejorar y profundizar la incorporación de la mirada de género en todas las acciones que se lleven a cabo, de manera integral y transversal, el INET se propuso realizar acciones destinadas a mejorar las brechas de género, a modificar la ‘cultura masculina’, los estereotipos, las prácticas pedagógicas y mejorar las condiciones de infraestructura para que sean accesibles y equitativas para todos/as», se explica en el informe divulgado por la dependencia, a cargo de Leandro Goroyesky.

Los relevamientos oficiales muestran una constante en la presencia de las mujeres en el nivel medio técnico a lo largo del tiempo: de los 661.451 alumnos, solo el 32,5% son mujeres, es decir, 214.917. Ese guarismo crece cuando se miran los estudios siguientes en la escala educativa: en formación profesional (terciaria) es del 56%, y en estudios superiores (universidad), 60%. Si se miran los tres estamentos juntos, entonces el porcentaje de la presencia femenina trepa al 43%.

En el informe Mujeres en la escuela técnico-profesional (ETP): desigualdades y oportunidades, difundido por el INET, se confirma que ellas registran un menor porcentaje de repitencia que los varones tanto en el primer ciclo del secundario -durante el que se suele producir la mayor proporción de deserción- como en el segundo, cuando se decide la orientación con la que se graduarán.

También son las mujeres las que tienen una tasa más alta de egreso del nivel medio, que se incrementa año tras año. El INET informó que en 2009 el 60,4% de las mujeres que cursaron el secundario lo completaron y en 2013 ese guarismo aumentó al 89%.

Y si se mira la situación de las mujeres cuatro años después de haber terminado el secundario, el 70% siguen otros estudios, cifra 15% más alta que la de sus pares varones. Aunque vuelve a verse una diferencia en la elección de carreras técnicas en favor de los varones (76,9%) frente a las mujeres (el 55,4%).

En cambio, y según las pruebas Aprender 2016, los varones logran mejores resultados en matemática si se miran los niveles satisfactorio y avanzado.

Abril y Sofía, de 19 años, concurren al mismo establecimiento educativo, aunque cursan distintos años y especialidades. Pero ambas, consultadas por LA NACION, coinciden en descartar que haya diferencias en el trato hacia las chicas de los profesores y de sus compañeros.

A Sofía le faltan pocas semanas para egresar de la orientación electromecánica y es una de las dos chicas que comparten el aula con otros 20 compañeros varones. «Si hubiera estado en un curso más parejo, es decir, igual cantidad de chicos y chicas, habría sido lo mismo. Siempre tuve buen trato con todos mis compañeros y confianza para hablar sin sentirme incómoda», cuenta.

Tampoco sintió desventajas a la hora de cumplir con las tareas más complejas, como las de algunos talleres. «En ningún momento se me cruzó por la cabeza que tendría más dificultad para hacer ciertas actividades por ser mujer. Siempre nos consideré en todo en igualdad de condiciones», afirma, al sostener que tampoco percibió inconvenientes distintos a la hora de manipular herramientas. «No siento que sea más difícil para nosotras que para ellos», añade.

Uno de sus compañeros de curso, Julián, también de 19 años, coincide con Sofía en la visión sobre el desempeño escolar y el trato con sus compañeros de aula: «Todo siempre fue democrático. Se toma en cuenta la opinión de todos. En cuanto al aprendizaje, tienen un rendimiento similar al de los varones y muy buenas notas».

 

Perspectivas

Tampoco perciben diferencias cuando se observa que la mayoría del equipo pedagógico en la escuela técnica es masculino. Por ejemplo, el curso de Sofía y de Julián tiene una sola profesora mujer, la de Formación Religiosa, y «la pañolera», encargada de entregar los materiales que se requieren para las asignaturas prácticas.

«En el ciclo básico [los primeros tres años] tuvimos más profesoras mujeres», añade Julián, que ante la consulta se sorprende al recordar que solo un curso de electromecánica de su escuela no tiene ninguna estudiante mujer. «En el resto de los cursos y de las orientaciones hay mujeres, aunque en algunos son minorías, como en mi aula», indica.

Julieta, de 18 años, y compañera de aula de Sofía y de Julián, señala que no le ha costado estudiar durante estos siete años con tantos chicos: «Siento que me fue más fácil porque me podía concentrar más. Los chicos no hablan tanto como nosotras».

También descarta haber tenido problemas a la hora de manipular herramientas: «No hay ninguna actividad que no podamos realizar, pero creo que todo es cuestión de la personalidad de cada chica. Yo no tengo problema en hacer nada, pero hay chicas que capaz que no les gusta ensuciarse, entonces ahí sí que no van a poder hacer algunas cosas. También hay chicas que tienen más fuerza que yo y van a poder doblar caños».

Sobre los profesores, Sofía prefiere a los varones: «No dan tanta vuelta y van a lo simple, te proponen una manera distinta de trabajo y logran manejar al curso sabiendo cuándo hacer chistes y cuándo ponerse a estudiar».

En diálogo con LA NACION, Goroyesky puso énfasis en las primeras jornadas de perspectiva de género en el ámbito del INET que se desarrollaron en septiembre pasado y durante las que se trabajó sobre lenguaje, normativa y herramientas para mejorar la equidad en ese ámbito y en la educación técnico-profesional.

«Hay que visibilizar el rol de la mujer en la escuela técnica», sostiene, al admitir que todavía «hay algunas tecnicaturas masculinizantes».

Goroyesky destaca que el objetivo del Fondo Nacional de Investigación de Educación Técnico-Profesional (Fonietp) es apoyar el desarrollo de investigaciones para aportar evidencia que busquen mejorar la calidad de las políticas públicas de ese ámbito de la enseñanza. También se procura diseñar estrategias para mejorar el clima escolar y la autopercepción de los estudiantes, así como sumar una mirada transversal en la currícula escolar y que la profesionalidad tenga en cuenta las cuestiones de género.

 

Un cambio clave en la enseñanza media

Ayer se cumplieron 59 años de la creación del Consejo Nacional de Educación, por medio del cual se unificaron las hasta entonces escuelas industriales, las de artes y las de oficios y se generaron las luego conocidas como técnicas. Por ese motivo es que cada 15 de noviembre se conmemora el Día de la Educación Técnica.

La unificación del sistema generó la diferencia en la cantidad de años de cursada en relación con la secundaria comercial y bachiller. Las orientaciones técnicas tienen seis años de duración y las restantes, cinco.

La decisión tomada el 15 de noviembre de 1959, durante el gobierno de Arturo Frondizi, formó parte de una serie de medidas para fomentar la educación en el país. En ese período gubernamental se habilitó la libertad de enseñanza y se permitió la creación de universidades privadas en todo el país. Hasta esa gestión, la educación superior solo estaba en manos de instituciones estatales.

“Escuelas técnicas. Solo el 32.5% de los alumnos del país son mujeres”, de La Nación del 16 de noviembre de 2018

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