Dos Lecciones Infernales

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Las Dos lecciones infernales, presentadas en 1588, fueron compuestas por el primer Galileo (todavía no copernicano) a pedido de la Adacemia Florentina, como parte de una tradición de estudios "científicos" sobre la ubicación, forma y tamaño del invierno que Dante concibió para la Divina Comedia. En un "Posfacio" que pone en contexto estos escritos, Matías Alinovi -físico, escritor de ficción y periodista científico argentino- cuenta que en 1544, en la edición de la Comedia editado por Alessandro Vellutello, el prólogo se dedica a descalificar las especulaciones que sobre el infierno de Dante había publicado un miembro de la Academia Florentina, Antonio Manetti. "Tenaces en el rencor", comenta Alinovi, los académicos convocaron "al joven matemático Galileo para que con la precisión de sus cálculos y las sutilezas de sus argumentaciones los vengara públicamente de la injuria".
Además de presentar los cálculos necesarios para reivindicar el honor de la Academia, promete Galileo, "narraremos brevemente todo el viaje de Dante a través del infierno, y al hacerlo señalaremos algunas particularidades, útiles al perfecto conocimiento de este sitio".
En sus Estudios galileanos (1939), el historiador Alexandre Koyré argumentó que entre los grandes logros de Galileo se cuentan el haber transformado el espacio físico en un espacio eclídeo y en haber geometrizado el tiempo, ambos pasos decisivos para el proceso de matematización de la naturaleza que se pone en marcha en el siglo XVII. Desde esta perspectiva, las Dos lecciones infernales son el lugar de encuentro del cosmos medieval con el heredero de Arquímedes, aquel que pocos años más tarde aportará argumentos decisivos para su demolición.

(fragmentos del artículo "Dónde queda el infierno" de Diego Hurtado, ADN cultura La Nación, 20 de mayo de 2011)

Las Dos lecciones infernales, presentadas en 1588, fueron compuestas por el primer Galileo (todavía no copernicano) a pedido de la Adacemia Florentina, como parte de una tradición de estudios "científicos" sobre la ubicación, forma y tamaño del invierno que Dante concibió para la Divina Comedia. En un "Posfacio" que pone en contexto estos escritos, Matías Alinovi -físico, escritor de ficción y periodista científico argentino- cuenta que en 1544, en la edición de la Comedia editado por Alessandro Vellutello, el prólogo se dedica a descalificar las especulaciones que sobre el infierno de Dante había publicado un miembro de la Academia Florentina, Antonio Manetti. "Tenaces en el rencor", comenta Alinovi, los académicos convocaron "al joven matemático Galileo para que con la precisión de sus cálculos y las sutilezas de sus argumentaciones los vengara públicamente de la injuria".
Además de presentar los cálculos necesarios para reivindicar el honor de la Academia, promete Galileo, "narraremos brevemente todo el viaje de Dante a través del infierno, y al hacerlo señalaremos algunas particularidades, útiles al perfecto conocimiento de este sitio".
En sus Estudios galileanos (1939), el historiador Alexandre Koyré argumentó que entre los grandes logros de Galileo se cuentan el haber transformado el espacio físico en un espacio eclídeo y en haber geometrizado el tiempo, ambos pasos decisivos para el proceso de matematización de la naturaleza que se pone en marcha en el siglo XVII. Desde esta perspectiva, las Dos lecciones infernales son el lugar de encuentro del cosmos medieval con el heredero de Arquímedes, aquel que pocos años más tarde aportará argumentos decisivos para su demolición.

(fragmentos del artículo "Dónde queda el infierno" de Diego Hurtado, ADN cultura La Nación, 20 de mayo de 2011)