Boletín de novedades educativas N°58: Entrevista a Jorge Crowe. Arte, Electrónica lúdica y Educación.

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En este boletín les proponemos adentrarnos en la relación entre tecnologías, arte y educación. Para ello nos hemos acercado al mundo de un docente que ha vinculado estas diferentes dimensiones en propuestas formativas y de producción de contenidos: Jorge Crowe.

Jorge Crowe

Licenciado en Artes Plásticas por la Universidad de Cuyo con un posgrado en Electrónica aplicada a las Artes (IUNA). Se especializa en la aplicación de la electrónica a los lenguajes artísticos (música, cine, teatro). Es docente  en la Especialización en Teatro de Objetos Interactividad y Nuevos Medios en la UNA,  en FLACSO a cargo del Seminario Educar, Inventar y Crear. Laboratorio de Cine, Juguetes y Tecnología y en UNTREF. Participó del Laboratorio de Producción del MediaLab del CCEBA (como integrante del grupo LA FASE) y del Programa Interactivos 04 de Fundación Telefónica. Fue seleccionado por la UNSAM para participar del Seminario Intensivo de teatro “Paisajes interiores” dictado por Philippe Genty (Francia), en Bariloche (febrero/marzo 2009). Coordina el espacio de electrónica lúdica y creativa Laboratorio de Juguete y es miembro del Laboratorio de Arte Multimedia Flexible un espacio de formación para chicos.

Crowe coordina el Laboratorio de juguete:un espacio creado en el año 2008, que se enfoca en la divulgación de las tecnologías abiertas para sus aplicaciones creativas, educativas y recreativas. Allí se desarrollan propuestas educativas no formales, en modalidad de cursos y talleres. Estas propuestas abordan la interacción de la electrónica con principios de programación, aplicada a materiales como telas y papel y vinculada a tecnologías abiertas y software libre.

En ese espacio también se brindan asistencias técnicas gratuitas para los estudiantes y docentes que estén desarrollando proyectos en los que combinen esos materiales con finalidades artísticas y/o educativas. Para ese fin cuentan con una biblioteca de la que se pueden tomar referencias e ideas.

En sus propuestas educativas, que ya hemos abordado en el apartado “Conectando Arte y Ciencia” del Boletín de novedades educativas N°49 : Arte, creatividad y educación, está presente el objetivo de formar usuarios críticos y responsables en el uso de la tecnología, lo que implica que se puedan vincular con ésta desde la capacidad de modificarla (primer paso para comenzar desnaturalizar la representación del uso de la tecnología asociada al consumo de la novedad). En ese sentido, aprender a desarmar y rearmar objetos físicos, transformarlos y construir nuevos, programar un software libre y vincularlo a un circuito electrónico son instancias en las que se apunta a lograr una apropiación de la tecnología en función de los intereses de quien la manipule. Por ejemplo, desde el rol docente: construyendo un material para la enseñanza.

Este posicionamiento pedagógico relacionado con la construcción colaborativa del conocimiento que implica el uso del código abierto en el software y en el hardware es una clave de lectura para abordar la siguiente entrevista, como así también un camino de prácticas culturales que pueden tener espacio en la enseñanza.

 

 -Gabriel Latorre_ ¿Cómo empezaste a articular tu formación de base con el camino que recorriste                                               hasta ahora?

– Jorge Crowe_ Yo vengo de la formación en artes visuales tradicional. Siempre me gustaron los oficios manuales y ese borde donde se borra el arte y el artesanado. Me interesaba la forma en que se aprendían los oficios en el medioevo y en el movimiento arts and craft, y la relación con las nuevas maneras de pensar la autoría, el derecho de autor, el conocimiento colectivo o el procomún me actualizaron todos esos conceptos en cuanto pensar cómo se da el conocimiento hoy.

-GL:- ¿Por qué pensar esa relación entre el arte y lo artesanal con el conocimiento colectivo?

-JC:- Por un lado hay una tradición de la modernidad sobre la idea del artista como autor como cultor de su nombre, de su obra y de su estética personal muy fuerte que ha sido puesta en crisis desde el mingitorio de Marcel Duchamp hasta acá. Aunque aún el mercado del arte continúa trabajando con esta idea de autor y de nombre que le permite jerarquizarlos y desde esa jerarquía monetarizar un nombre que se transforma en marca. Por otro lado a mí me gustaba del artesanado esa idea más anónima de la cultura del oficio, esa idea de aprendiz vinculado a un maestro o maestra que te transmite los conocimientos de un oficio. Me parece que en estas prácticas actuales se recupera un poco esa idea. Armar un circuito electrónico de manera casera tiene más que ver con realizar un aguafuerte o con el taller de tornería que con un ensamble de tablets en Jensen. Es una electrónica que solo tiene con aquella otra electrónica una disciplina compartida, pero que a la hora del oficio está mucho más cerca de tradiciones artesanales antiguas. Desde cómo se come una placa en ácido hasta su perforado. En eso hay una lógica procesual que no tiene vinculación con los procesos industriales. Tiene más que ver con los cuadernos en los que uno anota lo que le salió bien y lo que le salió mal y por qué. Como quién alguna vez tomó apuntes sobre la mezcla de pigmentos para producir algún óleo o de la temperatura ambiente para hacer un aguafuerte y lograr tal escala de grises. Desde ese lugar me parece que aparecen las vinculaciones hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Como también creo que el encuentro colectivo para aprender y crear haciendo tiene más que ver con un encuentro comunitario que con un hecho artístico exclusivamente.

Por ejemplo, los talleres del departamento de asuntos intuitivos o los encuentros highscore de cultura retrogaming que organizamos en el laboratorio, donde se hackean y se  hacen versiones electromecánicas  de video juegos antiguos.

Versión electromecánica del videojuego Reflektor. Realizada por el Club de Jaqueo que funciona en el Laboratorio de Juguete

Versión electromecánica del videojuego Reflektor. Realizada por el Club de Jaqueo que funciona en el Laboratorio de Juguete

Esto genera un sentido de pertenencia más fuerte, por eso hablo de comunidad también. Lo vemos en los chicos. En los talleres del Departamento de asuntos intuitivos y del Circuito Cínico ellos organizan fechas donde se presentan los trabajos de los talleres con los chicos y adultos que participaron. Ahí los chicos hacen sus primeras armas como artistas. Allí uno nota manifestaciones artísticas propias de esa edad, entre los 18 y los 23 años, a la cual le faltan pulir y direccionar un montón de cosas, pero que al exponerlas y confrontarlas con otra gente involucra lo artístico con lo educativo, por ejemplo: que los participantes de los talleres participen del mismo hecho artístico que el docente.

-GL:- ¿Cómo intentaste llevar está propuesta pedagógica al contexto de la enseñanza escolar- formal?

-JC:- Mi paso por la escuela primaria fue breve. En la vieja EGB pasé por todos los niveles, de 1° a 9° siendo profesor de arte de una escuela en la provincia de Santa Cruz, dentro del modelo pedagógico Themis Speroni. Fue una experiencia de un año en la que tenía mi propio espacio de arte dentro de la escuela, algo que no es habitual. Trabajé también en un centro integrador con chicos con diferentes discapacidades. En ambos espacios experimenté con la intuición y si bien no estaba trabajando con la electrónica hicimos algunas experiencias de filmación con la técnica de stop motion, utilizando software de edición. También trabajamos con carpintería construyendo juguetes e hicimos esculturas gigantes con materiales reciclados de manera grupal. Muchas de esas experiencias, si hubiese estado más atado a una formalidad pedagógica concreta posiblemente las hubiese inhibido. Haberlas realizado me dio la confianza para manejarme con la intuición modificando consignas de acuerdo a la respuesta del grupo, y sacándole peso al error. De esa manera me permitía probar ideas de actividades y cambiar el rumbo si veía que los chicos no se enganchaban. Ahí me di cuenta que no era conveniente ir con una consigna tan cerrada, sino ir con algunas puntas de propuestas e ir probando.

-GL:- ¿Cómo fue trabajar con ese enfoque en un contexto de una escuela urbana donde suele haber otros condicionamientos y regulaciones, por ejemplo que te soliciten una planificación y controlen si la estás cumpliendo o que los chicos tengan otros estímulos y no se enganchen con algunas propuestas?

-JC:-A partir de esa experiencia en la Patagonia no volví a trabajar con chicos en un contexto formal. Sí trabajé con docentes de todos los niveles, especialmente de nivel inicial y primaria, en talleres en el interior del país y en FLACSO junto a Pablo Boido que se llama Educar- Inventar – Crear.

-GL:- ¿Es una propuesta presencial?

-JC:-Sí. Nos ofrecieron hacer una propuesta virtual, pero no encuentro la manera de trabajar on line mis contenidos. Particularmente no he avanzado en ese territorio porque mi propuesta no creo que funcione en esa modalidad. Por ejemplo las asistencias técnicas que doy gratis los martes en el Laboratorio de Juguete tienen que ver con que la gente me escribía y preguntaba cosas por mail y empecé a decirles vení, y si viven lejos intento conectarlos con alguien de la zona.

-GL:-Los saberes con los que trabajás, en la interacción, ponen en juego una relación con el tiempo compartido y la consulta personal que surge como necesidad en el momento. En ese sentido ¿utilizar un medio como Skype podría serte útil?

-JC:- Lo he usado para trabajar colaborativamente, pero no en docencia.

Lo que he intentado siempre cuando he ido a lugares a dar talleres es formar gente y ayudar a crear un espacio en el que se sigan trabajando estas propuestas. En algunos casos se logró, como en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia y en Bogotá en Colombia en el espacio La Candelaria, donde tuve la suerte de estar en la inauguración y en la colecta de fondos para dejarlo funcionando junto al taller de electrónica creativa. Antes que la virtualidad, prefiero eso: la presencialidad y la escala pequeña. Trabajar con grupos de no más de 40 personas (idealmente 20), donde se  puede lograr una profundidad que se pierde en la virtualidad, en charlas frente a 300 personas o en aulas de 100 alumnos como puede ser en la universidad. Eso implica estar atento cuando aparecen personas que están en condiciones de ser eje de un espacio y de sostenerlo para estimularlos.

 -GL:- Planteabas que el desarrollo de estos espacios educativos no formales partían y se sostenían en las condiciones de acceso a la información y conocimiento compartido que se dan a través de internet, pero a su vez hacer de uso de internet como un canal para enseñar implica una serie de limitaciones en la interacción que le restan potencia a esta propuesta pedagógica.

-JC:- Lo que sucede entre personas de manera presencial no tiene parangón, pero esto no tiene que ser una situación enfrentada con las posibilidades de internet, ya que ambas dimensiones se complementan muy bien. Si bien creo que deberíamos poner un signo de atención en que se está sublimando mucha energía social en las redes sociales. En relación a eso yo he notado mermas en los espacios de encuentro. Creo que hay una tendencia a la inacción producto de la gigantesca cantidad de estímulos intelectuales y visuales que tenemos en internet. Esa cantidad de estímulos, de alguna manera, te llenan la cabeza de ruido y te dificulta enfocarte. Nada manual va a la velocidad de la navegación en la web.

-GL:- En relación a todos estos estímulos ¿Cómo ves el tema de los tiempos de atención en los chicos y la tensión que se produce en el ámbito de la educación formal que está basada en una lógica escritural? ¿Cómo lo viviste en las incursiones en escuelas con los talleres de Conectar Lab?

-JC:- Fueron experiencias muy insulares. Ibamos con una propuesta y se realizaba, pero la situación de los docentes en el aula es otra. Tienen que lidiar con otros problemas cotidianos e institucionales. La cantidad de alumnos por aula. Los condicionamientos legales que regulan lo que podes hacer o lo que no. Imáginate llevar un cutter, un soldador eléctrico o un taladro de banco a un séptimo grado. Es impensable.

Me parece que la educación formal está tan desafiada y puesta en crisis, en muchos casos con argumentos válidos, que yo prefiero sacar presión de ahí. Creo que el espacio de hacer está en el armado del barrilete en la casa, en el taller de carpintería del abuelo. Creo que esos lazos están profundamente debilitados. A su vez se están depositando en la escuela actividades y responsabilidades que antiguamente se realizaban a nivel familiar.

Prefiero pensar en espacios que estén por fuera de la educación formal. Centros barriales, clubes sociales, bibliotecas. Recuperar la cultura de los oficios. Creo que hay que lograr recuperar esos espacios, esos nodos para la interacción social pequeña y como centros de formación y quitarle peso a la escuela.

 -GL:- ¿Considerás que la experiencia que realizaste en el nivel primario, en el marco de las actividades de Conectar Lab, podría modelizarse para darle un recurso a los docentes? ¿Se podrían incorporar esas propuestas que vinculan arte, ciencia y tecnología en las escuelas primarias de doble jornada, formando previamente a los docentes?

-JC:- Abordar el territorio de lo experimental vinculando el arte con la educación y la creación implica una pedagogía de procesos. Cuando trabajo con los alumnos de la universidad les enseño lo mismo que doy en los talleres en otros espacios que son autogestivos. En ambos espacios presento experiencias de personas que trabajan en estos territorios híbridos, que entienden que el error es una instancia importante para descubrir nuevas relaciones.

Trabajé en el Mercado de Industrias Culturales (MICA) donde desarrollé una propuesta llamada hackaton musical, que era un espacio de experimentación y aprendizaje en el que se asociaba la programación y la electrónica a la música. Actualmente estamos haciendo algunas experiencias en la Feria Vuelta Verde, con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Creo que se podrían realizar actividades super interesantes si se logrará vincular nuevamente a los padres con la escuela y  los chicos en actividades en los colegios; por ejemplo: recuerdo las kermeses que se hacían antes. Es decir, no lo pienso en el marco de una doble jornada escolar, lo pienso a contraturno, sino seguimos sobrecargando a la escuela con el tiempo que los chicos tienen que pasar con sus amigos y su familia. Hoy la cantidad de horas de trabajo que se requieren para sostener el nivel de consumo estándar o simplemente para subsistir determinan que los padres estén afuera 10 o 12 horas diarias. Eso se nota mucho en los chicos. Hay una disolución de cierta estructura básica de convivencia que se mama en la casa y no la puede construir la escuela. En los talleres que  doy para niños en Flexible tengo entre 30 y 35 minutos para instaurar las dinámicas colectivas de trabajo. Es decir, antes de siquiera ponernos a trabajar. Eso demanda mucha energía sobre algo que antes ya estaba construido desde la casa. Esa situación, sin caer en un estereotipo, tiene mucho que ver con las grandes ciudades. Cuando viajo al interior en los talleres para chicos eso no sucede. Es un conflicto de las urbes. Entiendo entonces que una maestra con 40 alumnos tiene muchísimas dificultades para dar sus clases y a su vez es interpelada con muchas críticas que también son válidas.

-GL:- En relación a los estímulos ¿considerás  que la tecnología digital sería una entrada posible para captar la atención de los chicos?

-JC:- Es la magia del mundo físico. Contra eso no se puede competir. Cuando ves pasar cosas en el mundo físico ahí se acabaron las pantallas. Hay que crear el espacio para generar la dinámica en la que se adentren en ese mundo, pero una vez que lo hacen entran en otra temporalidad. Se pasan horas jugando, probando y aprendiendo a cómo hacer. Ahí escucho “cuando vuelven” o “esto ya lo ví en otro lado.

También hay muchos chicos siguiendo tutoriales en YouTube. Yo creo que esos son recursos que con un poco de guía tienen una potencialidad gigante.

 -GL:- Tenés dos trabajos realizados que se vincula con eso: Los hacecosas y los desafiólogos

-JC:- Hicimos dos: Los hacecosas y los desafiólogos. Son dos programas que están en el canal Pakapaka. Los desafiólogos está andando bien con el público.

El caso de los hacecosas fue una experiencia ambigua para mí. Fue el sueño y una idea que venía trabajando desde hacía mucho tiempo. Digo ambigua porque creo que hay un desfasaje entre los contenidos de la serie que están pensados pardescarga (1)a chicos a partir de los 10 años y una dinámica de comunicación más propia de niños chicos. Por ese motivo considero que la serie televisiva no terminó de funcionar porque el rango de edad hacia el que comunica el programa no tiene la madurez o las pericias técnicas para llevar adelante los proyectos y los chicos grandes que si las tienen encuentran que el programa es para más chicos.

En el caso del sitio web es diferente, creo que está más acertada esa relación.

La experiencia fue interesante porque tuve mucha libertad para generar propuestas didácticas con tecnologías abiertas en las que hay que seguir los tutoriales y hacer pruebas.

En el caso de los desafiólogos hice una recopilación y documentación de procesos y experimentos que encontré en internet, pero también los probé, porque suele pasar que te encontrás con propuestas que no terminan de cerrar si funcionan o no.

En cada programa trabajé con objetos eje. Por capítulo hay tres experimentos con un objeto que es común a todos, Por ejemplo la máquina Goldberg.

En muchos talleres me encuentro con que los chicos me dicen que ya vieron algunas de las actividades en los desafiólogos. Me gustaría pensar que detrás también hay adultos que los están incentivando a realizar los experimentos.

-GL:- A los docentes estos programas y sitios web les brindan herramientas, pero a veces no está la experiencia previa para poder desarrollar las actividades con más solvencia y seguridad con los alumnos u orientarlos  en las situaciones en las que hay que resolver un problema entre todos para que el artefacto funcione. 

-JC:-En esos casos pienso en el encargado de tecnología de la escuela, que antes era el profesor de computación. Me parece que la sala de computación, la biblioteca y el taller de plástica tendrían que funcionar como un solo espacio y que esa persona que ayuda a hacer cruces entre diferentes materias tendría que tener conocimientos de un poco de cada uno de esos campos.

-GL:- En ese caso tendríamos entonces una entrada en la educación formal. La cuestión sería formar al encargado de tecnologías y a las bibliotecarias con una perspectiva pedagógica más integral, pudiendo convocar, por ejemplo, a familiares de los alumnos que sean especialistas en alguna disciplina a participar de un taller.

-JC:- Sí. Se podrían realizar actividades complementando al encargado de tecnologías con la bibliotecaria y el maestro de plástica y de esa forma quitarle presión a  la maestra. También creo que se debería dejar de centrar la mirada sobre la incorporación de tecnologías solo en las computadoras. Si bien hay que reconocer que en muchos entornos la compu es una herramienta de inclusión y democratización muy poderosa. Pienso tanto en experiencias del plan Ceibal como en experiencias propias de Conectar Igualdad en las que la compu desde el chico también llegó a la casa y a la familia. Sí creo que en esta instancia el rol social que cumplió la computadora es más poderoso que el educativo.

En estas dos cuestiones que hablamos el rol de los directivos es vital, porque son los que pueden generar las condiciones para esos espacios y prácticas.

Cuando empezás a ver los casos particulares de trabajo en cada escuela observás toda la gama de colores de situaciones que te imagines y eso tiene mucho que ver con el rol de los directivos.

Transitando instituciones con los talleres he visto casos muy buenos y muy malos tanto en escuelas públicas como privadas en los que se puede ver la impronta de un directivo. Eso  tiene que ver con su mirada, con cómo acciona, con cómo articula propuestas o no y con qué tipo de líder es.

 

 

 

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