Inclusión y Calidad como políticas educativas de Estado

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Aceptar el divorcio entre inclusión y calidad no es otra cosa que naturalizar privilegios en el acceso a la educación, sometiendo a nuestra democracia a los ajustes del mercado. Calidad educativa es en primer término un Estado presente, garante del acceso, (mejor) tránsito y egreso de los y las estudiantes, que se autoriza en el cuidado y la enseñanza con los recién llegados, los que recién ahora llegan y los que siempre estuvieron.

Este libro es un aporte a la construcción de “calidad – inclusión” como par indisoluble, a sabiendas de la complejidad y paradoja que supone, por ejemplo, democratizar una escuela secundaria que hasta hace un rato fue selectiva y excluyente y a que partir de la Ley de Educación Nacional (26.026) de 2006 es un derecho social y que

debe transformarse para dar la bienvenida a un sujeto social inesperado que la democracia reciente asumió como acto de justicia con miles de familias que acceden a este nivel educativo por primera vez en su historia

El desafío de hacer más democrática la democracia interroga a la escuela como espacio único y estratégico de construcción de ciudadanía activa, crítica y plural. Una escuela que pueda divorciarse de aquellos mandatos excluyentes, que tome distancia de la reproducción de las desigualdades, de la permanencia y la mismidad como equivalencia de lo común, arriesgándose a los cambios que resguardan el derecho sobre el privilegio, la justicia curricular antes que una relación aristocrática con los saberes y no confunda la diversidad con la desigualdad. Una escuela que se le anime a la incomodidad de hacerle lugar a la necesaria interrupción de lo incierto y novedoso que traen los más nuevos, y en esa diferencia generacional se produzca el más auténtico y justo acto de transmisión y el pasaje de la cultura.

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